La crisis actual generada por la pandemia del coronavirus ha revelado grandes desigualdades estructurales e interdependencia en la sociedad y, al mismo tiempo, permite analizar cómo esas tensiones se expresan en el sector filantrópico.
Dicha crisis podría proporcionar una oportunidad de aumentar el reconocimiento de la filantropía como un actor clave y como socio complementario para los gobiernos que atraviesan la crisis. Sin embargo, esto no será posible si el sector mantiene una actitud conservadora sobre las formas de financiamiento. Es necesario que el sector filantrópico y se acerque más a sus beneficiarios y escuche más sus necesidades, para poder adaptar sus modos de acción en torno a éstas, así como brindar subvenciones más flexibles.
El avance del COVID-19 alrededor del mundo ha forzado a muchos gobiernos a implementar políticas de cuarentena obligatoria y aislamiento preventivo. Como consecuencia, una enorme proporción de todas las actividades humanas se ha detenido, generando una sensación de incertidumbre, y ejerciendo presión sobre la economía global. Entre los muchos desafíos que presenta el contexto actual al desarrollo sostenible, uno de gran importancia es el de adaptar las acciones filantrópicas a las circunstancias actuales.
En un principio, el sector filantrópico reaccionó de forma correcta a la crisis. Muchos financiadores adaptaron sus marcos de acción y flexibilizaron sus acuerdos de subvención. También lanzaron fondos especiales de emergencia, transformaron las subvenciones de proyectos en fondos básicos y alentaron a otros financiadores a hacer lo mismo. Éstos son indicadores de que el sector filantrópico está abierto a construir nuevas relaciones con sus beneficiarios, así como está generando confianza entre ellos. Sin embargo, la crisis puso también en evidencia algunos puntos débiles del sector filantrópico. Esto revela dos cuestiones importantes.
En primer lugar, existe, entonces, una necesidad urgente de reducir los niveles de desconfianza en el sector filantrópico, ya que limitan su efectividad, legitimidad y sustentabilidad. Para generar confianza es necesario crear una visión mediante la cual se puedan construir relaciones y compromisos. La crisis actual demanda más mediación, transparencia y rendición de cuentas mutua y sería beneficioso que gran parte de la flexibilidad y apertura que está mostrando el sector filantrópico como respuesta a la crisis se mantengan como nuevas normas, incluso al término de ésta. De esta forma, se podrían fundar asociaciones a largo plazo y aplicar enfoques participativos de concesión de subvenciones.
Por el otro lado, es necesario que el sector genere y comparta narrativas sobre el rol que juega en la sociedad, así como adoptar normas de mayor transparencia y democratización. Es preciso que la filantropía pueda desvincularse del mito sobre su asociación con las personas de altos recursos y pueda mostrarse como un campo de naturaleza diversa cuyas formas más prominentes y significativas son las donaciones individuales y las colaboraciones locales. Por lo tanto, esto requerirá una inversión reflexiva en la infraestructura de donación. También serán necesarias más colaboraciones y conexiones entre las redes y organizaciones de apoyo que representan y apoyan a ambos lados del espectro.
Para que el sector filantrópico pueda ser más eficiente frente a la crisis, e incluso luego de ésta, es necesario considerar adoptar las medidas descriptas anteriormente. Aparecer como una fuerza impulsora esencial en una crisis tan importante puede ayudar al sector a defender un entorno más favorable y políticas propicias para la sociedad civil y la filantropía en el largo plazo.
Para obtener más información, visitar el siguiente link: https://philanthropyinfocus.org/2020/03/26/reflections-on-a-crisis-a-call-for-introspection-change-and-transformation-for-the-global-philanthropy-and-giving-community/.