En vistas del problemático comienzo de un año que promete turbulencias, la red global CIVICUS de la Sociedad Civil ha publicado un nuevo reporte anual sobre la situación que atraviesa el Tercer Sector. Esta edición del informe ilustra un escenario preocupante, enmarcado en un contexto de gobernanza internacional crítico, el aumento del autoritarismo y un desfinanciamiento sistemático. Mientras el multilateralismo se debilita y las soluciones colectivas ceden ante intereses nacionales transaccionales, los gastos militares aumentan a costa de la ayuda internacional a los sectores más vulnerables.
En ese orden, la desinformación, el populismo de derecha, el nacionalismo y los regímenes autoritarios se dirigen a erosionar los pilares democráticos, desmantelando los mecanismos de control del poder. Profundizando el sentimiento crítico, estas corrientes coinciden con una crisis financiera que amenaza la integridad misma de miles de organizaciones de la Sociedad Civil. La intervención de las agencias de ayuda al desarrollo (principalmente USAID) y la congelación de sus fondos no hace más que agravar esta situación, al tiempo que múltiples países aprueban leyes que dificultan el acceso a financiamiento internacional, colocando la implementación de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) en un estado crítico.
No obstante estas presiones, CIVICUS no deja de destacar el rol insustituible de la Sociedad Civil. Desde zonas de conflicto donde grupos de base llenan vacíos humanitarios, hasta tribunales donde se logran avances legales clave en materia ambiental, la Sociedad Civil sigue marcando la diferencia. En un mundo que enfrenta múltiples crisis superpuestas, su rol como fuente de resistencia, resiliencia y esperanza es más relevante que nunca.
Mas el reporte propone no sólo resistir, sino también reimaginar la Sociedad Civil. El escenario crítico exige adoptar formas organizativas más flexibles y horizontales, fomentar conexiones auténticas con las comunidades excluidas del poder y priorizar narrativas que respondan a las preocupaciones reales de las personas.
Adicionalmente, el informe llama a construir sistemas de alerta temprana ante el cierre del espacio cívico, y a fortalecer redes locales, regionales y globales basadas en la confianza, la solidaridad y la participación democrática. Es fundamental repensar el actual modelo de financiamiento, cuya dependencia del pragmatismo de los donantes tradicionales no cabe prolongar. En su lugar, se deben explorar fuentes más diversas y sostenibles, entre los que se listan modelos basados en cuotas de membresía, crowdfunding, fundaciones comunitarias, emprendimientos sociales éticos y voluntariado calificado. A su vez, la independencia financiera debe ir de la mano con una rendición de cuentas hacia las propias comunidades, y no hacia agendas externas.
Frente al retroceso democrático y la intensificación de las crisis globales, CIVICUS concluye que ya no alcanza con estrategias de supervivencia ni con esperar volver a una “normalidad” pasada. El llamado es claro: construir una Sociedad Civil más orientada al movimiento, conectada, centrada en la comunidad, con liderazgo ético y financieramente autónoma. Solo así será posible avanzar hacia un mundo más justo, equitativo, democrático y sostenible.
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