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El 2020 para la Sociedad Civil

El año 2020 ha marcado un antes y después para prácticamente todas las comunidades del mundo en todas las latitudes posibles. A la mayoría, los acontecimientos nos tomaron por sorpresa y hemos insistido en pensar este contexto como una nueva normalidad, cuando, a decir verdad, organizaciones como la OMS y la Academia vienen alertando acerca cuán inequitativo resulta el acceso la salud, del incremento de enfermedades infecciosas tratables y evitables (dado que hay para ellas vacunas) y del peligro del desarrollo de epidemias por nuevas enfermedades, entre otros puntos.

Hace poco más de dos años, el grupo de trabajo dedicado a la temática salud dentro del grupo de afinidad Civil-20 para el G-20 -en el que RACI fue co-chair- recalcaba en una de sus sesiones los principales aspectos que atravesarían la salud en el futuro: grandes desplazamientos de poblaciones y un mundo altamente globalizado en el que las enfermedades se propagarían a una velocidad astronómica. Estimo que, como quién escribe, la mayor parte de la audiencia presente ese día habrá interpretado lo planteado como algo perteneciente al futuro lejano. Pues dos años después y a dos décadas de entrado el S.XXI, pareciera que estamos comenzando a palpar sus efectos y plantea serios interrogantes sobre cómo estas transformaciones atravesarán a la Sociedad Civil.

 

Quisiera repasar lo que fue este año para el sector social. Desde RACI, hemos desarrollado la encuesta Perspectiva Cívica frente al Covid-19 – cuyos hallazgos estaremos compilando en una publicación que estará disponible durante el mes de enero 2021- una versión de nuestro tradicional estudio adaptada a la situación de pandemia. Habiendo arrancado en 2018, y contando ya con una primera aproximación sobre las características de nuestras organizaciones – de las que no contamos con datos oficiales de ningún tipo- decidimos este año trabajar en base a un abordaje cuali-cuantitativo. Puesto que lo extraordinario de la situación ameritaba que, en lugar de hacer suposiciones sobre lo que estaban experimentando las organizaciones, saliéramos a escuchar las voces de nuestros miembros y aliados. De este modo, identificamos las dimensiones que queríamos explorar y salimos a abrir el juego frente a nuestros interlocutores principales. 79 miembros de RACI contestaron la encuesta abierta que nos permitió construir información de relevancia para comprender mejor la situación de las organizaciones durante los sucesos del Covid-19. Luego abrimos la consulta a organizaciones no miembro, alcanzando un total de 270 respuestas.

 

¿Cómo hallamos entonces a las organizaciones de la Sociedad Civil (OSC)?

Uno de los puntos más importantes fue observar la enorme capacidad de adaptación que exhibieron las organizaciones durante los meses más restrictivos del aislamiento social preventivo obligatorio (ASPO) – de abril a junio. Casi el total de las organizaciones (99%) había implementado cambios para seguir funcionando y señalaban estar operativas en diferente medida. Más de la mitad de las organizaciones consultadas dijo encontrarse operativa en un nivel superior al 60% respecto del habitual. Esto supuso un gran esfuerzo para el sector dado que no sólo tuvo que enfrentar restricciones para accionar, sino que recibió demandas crecientes durante este período. Un 57% de encuestados dijeron que las demandas se incrementaron para sus organizaciones y otro 21% que se mantuvieron estables. Si tenemos en cuenta que, además, un 73% de encuestados dijo no haber observado ningún incremento en sus recursos para hacer frente a la pandemia. Pareciera que las organizaciones se han adaptado ya a la falta endémica de recursos financieros en el sector. Año tras año, venimos observando cómo se restringe poco a poco el espacio habilitante para las organizaciones especialmente fundada en la disminución de oportunidades de financiamiento. Podemos considerar que este hábito ha sido clave para poderse adaptar a la pandemia y las restricciones que se instalaron para palearla. Otra de las cualidades experimentadas como fortalezas por lxs encuestados es la calidad y el compromiso de los equipos. Son estos los que han podido adaptarse a condiciones adversas. El compromiso social con la causa y visión de las organizaciones fue otro punto destacado. Algunos estudios sugieren que durante la pandemia se desarrolló una tendencia creciente hacia la donación individual y el voluntariado. Estas son tendencias que habrá que esperar para ver si se asientan por sobre lo extraordinario del contexto. El nivel de articulación de la organización también fue ponderado como otra de las fortalezas de las OSC. La promoción de cultura de trabajo en red constituye uno de los pilares de RACI y ha sido el lema de nuestra campaña de fin de año: #ArticularparaFortalecer.

Ahora bien, a pesar de la capacidad de adaptación y las fortalezas encontradas en el sector, el nivel de preocupación en las OSC parece ser extremadamente alto: preocupa el sostenimiento de salarios a corto y mediano plazo, el contexto económico general de la Argentina, la caída de donantes de todo tipo y la posibilidad de no poder continuar dando apoyo a la población objetivo. Sumado a esto, 8 de cada 10 encuestados auspician que el próximo año la situación empeorará para las organizaciones o se mantendrá igual.

 

En síntesis

En suma, las OSC han realizado este año un enorme esfuerzo en condiciones sumamente adversas, y han dejado muy en claro su gran capacidad de adaptación y su compromiso con las comunidades y las causas con las que trabajan. Han mostrado el lugar que ocupan en nuestra sociedad, a pesar de no haber sido tenidas en cuenta en los ámbitos de toma de decisiones y de haber tenido que reclamar por permisos especiales de circulación y por la aplicación de medidas que flexibilicen las exigencias legales y fiscales que se les imponen. Otro tanto ha significado la madurez del sector, que se evidencia en su profesionalismo y su alta valoración de las instancias de articulación – el trabajo en articulación fue ponderado entre los primeros lugares de las fortalezas con el 47% y también ocupa uno de los primeros lugares entre las iniciativas gestadas durante la pandemia. Este es un signo muy positivo de cara a un futuro que se avecina incierto y preocupante.

Lo que debe agregarse es que la Sociedad Civil por sí sola, no puede hacer frente a los estragos de la crisis social y económica. Estas se asientan sobre una Argentina en donde se han ido profundizando la inequidad y la desigualdad, y, como mencionó uno de los encuestados, corremos peligro de hacer estos problemas cada vez más estructurales sino revertimos las tendencias negativas.

Como planteado por la Agenda 2030, hay una multiplicidad de actores que están llamados a jugar un rol preponderante en la transformación de la realidad junto con la Sociedad Civil tales como el Estado, el Sector Privado Local y la Cooperación Internacional.  Esto preocupa, puesto que cuando a principios de este año mostrábamos los resultados obtenidos por el relevamiento realizado a Fundaciones y Empresas que realizan Inversión Social Privada Local  (ISPL) y que cristalizamos en el Directorio de ISPL 2020 (segunda edición); observábamos el serio déficit que hay en materia de diversificación de los apoyos – que se concentran en su mayoría en las donaciones en especie- y de las temáticas apoyadas. Las magnitudes de apoyo ni si quiera pudieron medirse porque no hay información pública disponible para hacerlo: cabe destacar que un 40% de las empresas consultadas no contaban con informes de RSE en sus webs y las que sí los tenían eran de años anteriores, es decir que contenían información desactualizada. En los informes encontrados tampoco había información disponible de montos de apoyo y formas/criterios de adjudicación. Esto implica una seria falta en materia de rendición de cuentas.

En cuánto a la Cooperación Internacional, la región de América Latina sigue ocupando un status intermedio entre las regiones más favorecidas y las más desfavorecidas del mundo, quedando además sujetos a las mediciones realizadas por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) que se renuevan cada 2-3 años. En regiones como la nuestra, donde el principal problema es la desigualdad, son necesarias herramientas alternativas de medición que reflejen mejor las realidades locales. En un estudio reciente llevado a cabo por CIVICUS, se puso en evidencia que la región cuenta con escasos recursos de carácter exclusivo para OSC y que la competencia por recursos también refleja las desigualdades ya mencionadas de la región, puesto que las organizaciones locales deben competir con organismos gubernamentales, con el sector privado, con ONGs internacionales y con organismos internacionales por fondos.

En este complejo escenario, cabe preguntarnos si nuestros interlocutores se mostrarán igual de flexibles y comprometidos; y si estarán dispuestos a ocupar el importante rol que les toca junto a la Sociedad Civil en la misión de no dejar a nadie atrás.

 

Luana Esquenazi

Coordinadora Área de Investigación