El undécimo informe anual sobre el estado de la sociedad civil, publicado por la alianza mundial de la sociedad civil CIVICUS arroja luz sobre una época de inmensa agitación y controversia. La guerra ilegal de Rusia contra Ucrania, que ha devastado la vida de millones de personas, genera ecos de perturbación alrededor del mundo, ya que el consecuente aumento del precio de alimentos y combustibles suma mayor sufrimiento a las comunidades ya afectadas por los impactos de la pandemia y las condiciones meteorológicas extremas causadas por el cambio climático.
Este informe encuentra esperanza, sin embargo, en las movilizaciones por el cambio en todo el mundo: las protestas masivas, las campañas y los movimientos populares por la justicia, y las numerosas iniciativas de base que defienden los derechos y ayudan a los más necesitados. La sociedad civil se está esforzando por todos los medios disponibles para marcar la diferencia.
Se identificaron 5 tendencias clave de importancia global:
1. Aumento del costo del combustible y de los alimentos y mala gestión gubernamental
Los gobiernos no logran proteger a la población de los impactos del incremento de precios agravado por la invasión rusa de Ucrania. El enojo social ante un sistema económico disfuncional, la pobreza y la desigualdad económica y la corrupción, va en aumento. Masivas protestas se suceden alrededor del mundo. En Sri Lanka las manifestaciones forzaron la dimisión del primer ministro. En Irán la gente exige un cambio mientras los precios de los alimentos se disparan. En Kazajstán, más de 200 personas murieron impunemente tras las protestas por la suba del precio del combustible.
2. La democracia está bajo ataque, pero seguimos observando cambios positivos
Los golpes de Estado hacen peligrar lo que tanto costó conseguir. Los militares alcanzaron el poder en Burkina Faso y Sudán. En El Salvador y Túnez se está prescindiendo de los controles democráticos sobre el poder. En Nicaragua y Turkmenistán hubo fraude eleccionario. Los nacionalistas autocráticos ganaron las elecciones en Hungría y Filipinas. Pero a la vez surgieron movilizaciones en República Checa y Eslovenia, donde se expulsó a dirigentes políticos divisionistas en favor de alternativas nuevas y amplias. Líderes progresistas comprometidos con la justicia social llegaron al poder en Chile y Honduras. En Costa Rica y Perú, la insatisfacción está llevando a rechazar los gobernantes a cargo y aceptar candidatos que se presentan como outsiders y que prometen cambios.
3. Avances en la lucha contra la desigualdad social a pesar de esos ataques
No obstante la presión de grupos contrarios, se lograron avances en la promoción de los derechos de las mujeres y del colectivo LGBTQI+. Mientras Estados Unidos, donde los neoconservadores están envalentonados, está cada vez más aislado en cuanto a los derechos sexuales y reproductivos, países como Colombia y México redujeron las restricciones al aborto gracias a la incidencia de la sociedad civil. Los políticos oportunistas siguen buscando ventajas en el vilipendio de las personas LGBTQI+, pero en todas partes se extiende la normalización de los derechos de este colectivo. Recientemente, el pueblo suizo votó a favor de una ley de matrimonio igualitario. Incluso en contextos hostiles como Jamaica, se produjeron avances gracias a la participación de la sociedad civil en los sistemas regionales de derechos humanos. Pero en cuanto a los derechos de los migrantes, sólo los refugiados ucranianos en Europa son recibidos con compasión y el sentimiento global dominante es de hostilidad. Sin embargo, una nueva generación está forjando movimientos para avanzar en la justicia racial y exigir equidad hacia las personas excluidas.
4. La sociedad civil mantiene la presión para la acción climática
Una generación joven y diversa continúa agitando las aguas sobre el cambio climático. Mientras que los fenómenos meteorológicos extremos se incrementan, la crisis climática sigue afectando desproporcionadamente a las poblaciones más excluidas, que son las que menos hicieron para provocar esta situación. Gobiernos y empresas son incapaces de actuar, y los movimientos de la sociedad civil exigen medidas urgentes de reducción de emisiones para enfrentar el problema. Además, los litigios sobre el clima crecen, dando lugar a importantes avances legales, como la sentencia en los Países Bajos que obligó a Shell a comprometerse a reducir sus emisiones. El activismo de los accionistas frente a las empresas de combustibles fósiles se intensifica, y los fondos de pensiones reciben una presión creciente para desprenderse de los combustibles fósiles.
5. Las crisis actuales mostraron las carencias del sistema de gobernanza internacional
La guerra de Rusia contra Ucrania junto con los recientes conflictos en el Sahel, Siria y Yemen evidenciaron el fracaso de las instituciones mundiales para proteger a las personas y prevenir los conflictos. El Consejo de Seguridad de la ONU está obstaculizado por el derecho a veto de Rusia, uno de sus cinco miembros permanentes, aunque la Asamblea General condenó la invasión a Ucrania. Rusia fue suspendida del Consejo de Derechos Humanos de la ONU, pero este organismo sigue dominado por Estados que violan esos derechos. Para que la ONU reaccione ante las crisis es necesaria la participación efectiva de la sociedad civil. El mundo actual necesita una ONU preparada para trabajar con una sociedad civil que sigue buscando y garantizando un progreso vital para la humanidad.
Para leer el informe completo, visitar la publicación de CIVICUS.