Presentado en enero y aprobado por el Congreso a principios de marzo (sin apoyo republicano), el Presidente Biden firmó el pasado 11 de marzo del 2021 el Plan de Rescate Americano. Promulgó así uno de los programas de apoyo económico más grandes de la historia de Estados Unidos. El paquete de estímulo de 1.9 trillones de dólares apunta a reactivar la economía con los expresos objetivos de: (1) financiar un plan de respuesta contra el COVID-19 que sea comprehensivo, (2) dar alivio a familias trabajadoras, (3) apoyar a comunidades que se encuentren en dificultades y (4) protegerse contra futuros ciberataques.
El Plan de Rescate Americano aloca los fondos de US$ 1.9 trillones a través de varias áreas programáticas, incluyendo: cheques de estímulo de US$1.400 por persona para la mayoría de los individuos y familias, Ayuda a niveles local y estatal, desempleo, educación, créditos impositivos individuales y corporativos y un financiamiento de US$125 billones para vacunas, tratamiento y testeo contra el COVID-19.
Por otro lado, unos US$11 billones de los US$1.9 trillones del plan de rescate serán alocados a ayuda externa. Esta jugada representa sólo el principio de la respuesta internacional estadounidense a la pandemia global de coronavirus. En detalle:
- US$3.5 billones para el Fondo Global para Luchar contra el SIDA, Tuberculosis y Malaria. Esto complementa el financiamiento anual del Fondo Global y será canalizado a través del financiamiento para salud global del Departamento de Estado.
- US$3.09 billones a la respuesta contra el coronavirus de la Agencia Estadounidense para el Desarrollo Internacional, focalizada en alivio contra desastres internacionales, actividades de salud y seguridad alimentaria.
- US$930 millones para atender necesidades económicas y de estabilización resultantes de la pandemia.
- US$905 millones para actividades de salud global de USAID en respuesta al COVID-19, incluyendo el desarrollo de la vacuna.
- US$800 millones para apoyar la ayuda alimentaria de Food for Peace.
- US$750 millones para que los Centros de Control y Prevención de Enfermedades combatan al COVID-19 de manera global, incluyendo esfuerzos relacionados con la seguridad sanitaria y la inmunización globales.
- US$580 millones en financiamiento multilateral, incluyendo apoyo al Plan de Respuesta Humanitaria Global de las Naciones Unidas a través de contribuciones voluntarias a organizaciones internacionales o programas que administren.
- US$500 millones para dar respuesta humanitaria relacionada con migrantes y asistencia a refugiados.
- US$250 millones para programas de salud globales del Departamento de Estado – principalmente el Plan de Emergencia de Alivio al SIDA del Presidente- para financiar la respuesta contra el COVID-19 y mitigar el impacto de la pandemia en programas contra el HIV/SIDA.
¿Qué significa esto para las Organizaciones de la Sociedad Civil?
El Plan de Rescate Americano dará harto necesario alivio en contexto del COVID-19, no sólo en los Estados Unidos de América. Este paquete de estímulos tendrá un efecto spill over en América Latina y la Región Caribe, posiblemente empujando a que otros donantes hagan lo mismo a través del G20 y la O.N.U.
El sector sin fines de lucro representa una de las mayores industrias, no sólo en Estados Unidos sino también en muchos países de América Latina y la Región Caribe. Las consecuencias negativas de la pandemia de coronavirus sobre millones de individuos y familias ha hecho que la necesidad de tener ONGs y filantropía sea más vital que nunca, puesto que se encuentran cerca de las comunidades. Ahora queda en manos de las Organizaciones Sociedad Civil poder usar las provisiones de la nueva ley, diseñadas para ayudar a que sus organizaciones y la gente a la cual sirven, sobrevivan y se recuperen.
La inclusión en el Plan de Rescate Americano de financiamiento estatal y local, así como el financiamiento de emergencia para convocatorias, significan que la Sociedad Civil recibirá el apoyo que necesita para poder servir a las comunidades locales en este momento de inmensa necesidad.
En cuanto a la región y al contrario de la administración anterior, Biden ya hizo público su compromiso de movilizar la inversión privada hacia la región. Trató a su vez temas de transparencia y desarrollo económico proveyendo programas de capacitaciones, promoviendo el desarrollo de capital humano, así como asistencia técnica a través de agencias de cooperación internacionales.