El año 2020 se caracterizó por una multiplicidad de desafíos, tanto de carácter económico como sanitario, derivados de la pandemia del COVID-19 y sus tumultuosos efectos para las sociedades a lo largo y ancho del planeta. Sin embargo, estos no han sido los únicos obstáculos que las naciones han debido enfrentar y que continúan haciendo hasta el día de hoy. La crisis resultante de la pandemia ha exhibido y puesto en primer plano las desigualdades que han marcado a la sociedad durante las últimas décadas. Así, como resultado de las crisis y en un nuevo contexto de protesta social, las organizaciones de la sociedad civil (OSC) han alzado su voz para pedir un cambio y promover una mayor equidad en todos los ámbitos de la vida. En este nuevo escenario, ciertamente más complejo que cualquier otro tiempo vivido, es necesario cuestionarse el rol, fundamental, que cumple el acceso al financiamiento y las donaciones para abordar las disparidades que persisten estructuralmente en la cotidianeidad de la vida social.
En esta coyuntura crítica, el futuro es incierto, pero en el horizonte se exhiben también excepcionales oportunidades para los líderes de la sociedad civil, quienes tendrán un rol esencial en la promoción de una sociedad más equitativa y resiliente. Este nuevo año se presenta como un momento de nuevas oportunidades de innovación y aprendizaje, tanto para las organizaciones de la sociedad civil como para los filántropos.
Una serie de hechos marcarán el futuro y el accionar de las OSC en este nuevo año que comienza. En primer lugar, ante las desigualdades, que se han visto profundizadas por la crisis por la pandemia, continuarán afianzándose al interior de las instituciones sin ánimo de lucro un mayor compromiso con respecto a estrategias equitativas e inclusivas a fin de abordar problemáticas basadas en la raza y el género. Este proceso ya se venía evidenciando a lo largo del 2020, en el cual Candid.org detectó un total de $4,2 mil millones de fondos otorgados por financiadores y donantes para la lucha contra la desigualdad racial.
Asimismo, tanto donantes como organizaciones sin fines de lucro se posicionan a la vanguardia al crear herramientas útiles e innovadoras con el objetivo de difundir nuevos recursos filantrópicos que amplíen las formas de dar y enfrentar desafíos. En este sentido, los obstáculos a enfrentar en estos nuevos tiempos no sólo son mayores en cantidad, sino también obstáculos estructurales que no podrán ser soslayados. Consecuentemente, la renovación y la utilización de nuevas herramientas para abordar las principales problemáticas deberá ser una tendencia creciente para que las OSC contribuyan a la formación de una sociedad más equitativa. Las “herramientas de inversión de impacto”, en este sentido, serán esenciales para la promoción del cambio. Esta inversión permitirá difuminar las líneas existentes entre la filantropía y la inversión, repensando de este modo cómo brindan, otorgan y ayudan las personas.
En la coyuntura actual, aún signada por los efectos de la pandemia, la tecnología constituirá una herramienta que, de ser utilizada fructuosamente, permitirá a las OSC acceder a una mayor financiación, un acercamiento simple, directo y veloz con los filántropos y una mayor exhibición de estas organizaciones en la sociedad.
Las transformaciones observadas en el año 2020 han llegado para quedarse. El año 2021, en consecuencia, será uno de crucial importancia para que los donantes, filántropos y grupos financistas se involucren en el desarrollo de las organizaciones de la sociedad civil, pues este es un paso previo indispensable para que estas puedan abordar los problemas de inclusión y equidad que la pandemia ha exhibido más que nunca.
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