Fundación Avina nos entrevistó y redactó una nota sobre Perspectiva Cívica en su web. Fue escrita por Florencia Tuchin y, a continuación, se las compartimos.
Perspectiva Cívica es un proyecto iniciado por RACI, en 2018, junto con Innovación para el cambio (I4C) de América Latina y el Caribe, que busca conocer cómo se encuentran las organizaciones en términos de espacio habilitante. En este marco, se desarrolló un relevamiento que busca tomar el pulso de las organizaciones sociales, es decir, identificar cuáles son las condiciones en que trabaja y se desarrolla la sociedad civil.
Para llevar adelante este proyecto se utilizó una metodología cuali-cuantitativa, que tiene como base la realización de una encuesta a líderes y equipos de trabajo de organizaciones sociales, quienes dan cuenta de las principales fortalezas, debilidades y necesidades.
En cuanto al personal rentado y voluntario, uno de los resultados que arroja esta investigación es que tan solo una persona -que trabaja en el sector social- de cada ocho recibe alguna remuneración por el trabajo que realiza; el 36% de las personas que participaron en la encuesta, trabajan de manera voluntaria. En cuanto a la formación del personal, el 88% de las personas que trabajan en organizaciones sociales no cuenta con estudios terciarios ni universitarios. Es decir que las personas menos privilegiadas sostienen y motorizan el sector social en la región.
“Si tenemos en cuenta los datos arrojados por la CEPAL, América Latina y el Caribe se posicionó en 2020 como una de las regiones más desiguales e inequitativas y la crisis sanitaria iniciada por la pandemia del Covid-19, profundizó estas desigualdades afectando especialmente a poblaciones altamente vulnerabilizadas. En dicho contexto, transversal a nivel regional, fueron en gran parte las organizaciones de la Sociedad Civil quienes tuvieron que salir a responder a muchas de las demandas de las comunidades. No obstante, esto, el trabajo de apoyo que realizan estos actores claves queda en gran medida invisibilizado y subvalorado”, destacan desde RACI.
Otro punto resaltado por RACI ante la consulta sobre cuáles son los mayores desafíos ante los que se encuentran las OSC, es que “en varios países de la región se puede observar una paulatina disminución del espacio habilitante para las organizaciones, dadas las crecientes restricciones impuestas por algunos gobiernos. Asimismo, hay otros aspectos que también constituyen grandes desafíos como la marginalidad, la exclusión, la fuerte informalidad de las prácticas que existen en el sector que, a su vez se traduce en un bajo nivel de institucionalización, y la inestabilidad que caracteriza históricamente a los países latinoamericanos en los ámbitos político, social y económico”.
“Otro desafío es que los fondos muchas veces resultan escasos y no alcanzan para dar respuesta a las necesidades imperantes en las sociedades de la región y al mismo tiempo suelen apoyar a proyectos en su mayoría cortoplacistas, poniendo de relevancia que la necesidad de supervivencia de las organizaciones muchas veces va en detrimento de la planificación de la misión y visión de las mismas, que deben encontrar maneras para seguir operando en una región necesitada de la planificación a mediano y largo plazo para contribuir a lograr cambios estructurales”, agregan.
Entre las fortalezas del sector, destacadas por RACI a partir del estudio elaborado, se evidenciaron la “creatividad, innovación y la gran capacidad a la hora de construir alianzas y vínculos tanto formales como informales. Asimismo, es de resaltar una considerable flexibilidad y dinamismo que se traducen en la posibilidad de adaptarse, improvisar y brindar rápida respuesta frente a las necesidades de la coyuntura, que resultaron herramientas claves ante la crisis iniciada por la pandemia del Covid-19”.
Desde RACI agregan: “Al mismo tiempo, surgieron otros puntos importantes en las sesiones de tormenta de ideas. Primeramente, se puso de manifiesto la relevancia de las nuevas formas de activismo –y ciberactivismo- que son mucho más dispersas en su conformación que las organizaciones tradicionales -con las que se hipotetizó que tienen escaso vínculo- pero ostentando simultáneamente una gran capacidad de incidencia, una combinación que plantea algunos elementos novedosos”.
“A su vez, documentamos el extenso conocimiento acumulado por las OSC sobre la situación de las comunidades y su capilaridad en el terreno. El desafío sigue siendo que este conocimiento realmente sea escuchado, y sea puesto en juego para el beneficio de las personas menos privilegiadas de nuestro sistema. En un mundo ideal, lo mejor sería que quienes nos gobiernan reconozcan el rol protagónico de las OSC en el mejoramiento de las formas de vida en América Latina y el Caribe y con ello sepan, que las OSC somos parte interesada -y esencial- de la res pública- integrando al Sector Social en los procesos de toma de decisiones”, explican desde RACI.